Este día ... El 8 de noviembre de 2010 por la Resolución No. 3 del Consejo Nacional de Patrimonio se declararon Monumento Nacional la Escuela Nacional de Arte (ENA) y el Instituto Superior de Arte (ISA). |
Historia y Contenido de los Planes UrbanosLa construcción de los paseos de Extramuros y la Alameda de Paula fueron parte del plan de obras públicas puesto en marcha por el Marqués de la Torre a partir de 1763, una vez recuperada la soberanía española tras la toma de La Habana por los ingleses, y que puede considerarse el antecedente de los planes urbanos de la ciudad. Unas décadas más tarde, un ambicioso plan del Capitán General Miguel Tacón (1834-1838), incluyó importantes obras de saneamiento, así como la construcción del ferrocarril y el acueducto, el mejoramiento del alumbrado público, la pavimentación y rotulación de las calles, y la construcción de edificios como el Teatro, la Cárcel y la Quinta de los Molinos. El amplio y moderno Paseo de Tacón comunicó el Campo de Marte y el Castillo del Príncipe, definiendo uno de los ejes de la futura expansión de la ciudad. El primer proyecto de escala realmente urbana no llegaría hasta después de 1863, cuando tras la demolición de las murallas se inició la urbanización y construcción de los valiosos terrenos ejidales inmediatos a ella, dando lugar a un reparto que fue asiento de muchos de los más importantes edificios públicos y mansiones de la ciudad. Con la intervención norteamericana que puso fin a cuatro siglos de dominio colonial español, se desarrolló un importante plan de mejoramiento de las infraestructuras, especialmente en cuanto a vialidad, drenaje y limpieza de calles. Los planes en la capital de la nueva RepúblicaEl auge constructivo de las primeras décadas del siglo XX, vino aparejado con una serie de propuestas que intentaban ordenar el crecimiento y la movilidad al interior de la ciudad. En 1925 Pedro Martínez Inclán vislumbraba una extensa red de avenidas que articulaban el desarrollo urbano, proyecto que nunca llegó a ejecutarse. Ese mismo año llegó a La Habana el urbanista francés J. F. N. Forestier, a quien se le encargó el diseño de un Plan Regulador, que iba a integrar magistralmente la topografía, vegetación y relación de la ciudad con el mar, resaltando los valores funcionales y simbólicos de los edificios más importantes. El Plan confirmó el rol de la Plaza Cívica, y definió una serie de actuaciones importantes, como la construcción del Capitolio Nacional, la Avenida del Puerto y la Avenida de las Misiones, así como la remodelación del Paseo del Prado y el Parque de la Fraternidad. Con la crisis de 1929 y el posterior derrocamiento de Machado, parte de las propuestas de Forestier y su equipo quedaron sin ejecutar. En 1954 Ángel L. Valladares se lamentaba de que "en nuestra gran Habana todavía está pendiente de estudio y solución este problema latente del Plano Regulador", y lo mismo sucedía con un anunciado decreto de Planificación y Urbanismo. Tres lustros más tarde, La Habana fue objeto de un importante proyecto de reformas y modernización entre 1944-48, que incluyó entre otras el mejoramiento del puerto, de los sistemas de acueducto y drenaje, así como nuevas vialidades, parques, etc. Para 1956 la Junta Nacional de Planificación contrató a la Town Planning Associates, que con diseño de Wienner & Sert elaboró un Plan que intentaba acomodar la ciudad a la imagen de una metrópolis de tres millones de habitantes y orientada a la nueva industria: el turismo. El estudio reafirmó el papel del nuevo centro cívico y esbozó los edificios políticos y administrativos de su entorno, al tiempo que trazaba las líneas del futuro desarrollo de la ciudad hacia el Este, aprovechando la nueva comunicación a través del túnel de la bahía. Lo más polémico del plan, que afortunadamente no llegó a ejecutarse, fue su propuesta de transformación para el Malecón y especialmente de La Habana Vieja, donde se renovaría gran parte de la trama urbana, reemplazando edificios coloniales por otros de mayor altura. Luego del triunfo de la Revolución, la ciudad contó con un nuevo Plan Director en 1970, que fue actualizado en 1984 y 1990. Los planes en La Habana Vieja desde 1981 hasta hoyA nivel del centro histórico, un Plan Quinquenal de Restauración fue puesto en marcha en 1981 a partir de un financiamiento estatal, y se enfocó en la restauración de una treintena de edificios de alto valor situados en el entorno de las plazas de Armas y de la Catedral. Conducido por la Oficina del Historiador de la Ciudad, sería seguido por un segundo Plan entre 1986 y 1990. Entretanto, la aprobación en julio de 1983 de un Plan de Acción (Acuerdo 1494 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros) cuyo ejecutor principal era el Ministerio de Cultura, proponía "aprovechar el reconocimiento internacional" existente para movilizar recursos de las instituciones públicas y gobiernos locales, con vista a "acelerar el proceso de conservación y restauración del centro histórico". La puesta en marcha de este plan fue paralelo con el lanzamiento de la Campaña Internacional para la Salvaguarda de la Plaza Vieja por parte de la UNESCO, en la que se preveía el mejoramiento del espacio central y la rehabilitación de los edificios del entorno de dicha plaza, en su mayoría para fines culturales y viviendas de carácter social. Vea: La crisis de inicio de los noventa dio al traste no sólo con un proyecto en marcha, sino también con una filosofía de la planeación. Fue así que, una vez en marcha el nuevo modelo de gestión (desde 1993), el Plan Maestro elaboró en 1998 el Plan de Desarrollo Integral, al que seguiría en el año 2001 el Plan Estratégico, donde se trazaban las políticas, estrategias y acciones en cada uno de los grandes ejes de actuación. Casi una década después, el Plan Maestro ha elaborado el nuevo Plan Especial de Desarrollo Integral. El PEDI constituye la herramienta más importante dentro del proceso de ordenamiento territorial y de gestión en el Centro Histórico. Síntesis de la experiencia acumulada por el Plan Maestro en materia de planeación en una zona de alto valor patrimonial e intensamente habitada, hace un diagnóstico de los problemas y las potencialidades del territorio, a partir de lo cual traza las políticas y acciones a desarrollar en el Centro Histórico, desde el punto de vista espacial y de los diferentes programas culturales, sociales y económicos que constituyen la base de este proyecto. Su aprobación es resultado de un amplio proceso de consulta pública entre diversos actores, dentro de la Oficina del Historiador, con las direcciones sectoriales del gobierno municipal, y otras entidades con incidencia en el territorio y la ciudadanía. Este proceso ha contado con el apoyo de la Agencia Suiza de Cooperación para el Desarrollo (COSUDE).
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